¿Está estallando la burbuja del metaverso? Algunas verdades sobre los datos

¿Está estallando la burbuja del metaverso?

En los últimos años, el mundo de la tecnología ha mostrado un inmenso entusiasmo por el concepto del «metaverso«. Esta idea prometía revolucionar las experiencias en línea, ofreciendo mundos virtuales inmersivos en los que podríamos trabajar, jugar y socializar de formas sin precedentes.

Gigantes tecnológicos e inversores invirtieron miles de millones de dólares en esta visión, con Meta (antes Facebook) a la cabeza. Sin embargo, datos recientes sugieren que la burbuja del metaverso podría haber estallado ya, dejando a muchos cuestionándose su futuro.

Para entender la situación actual, es esencial dar un paso atrás y observar lo que el metaverso prometía inicialmente.

Mark Zuckerberg, Consejero Delegado de Meta, se convirtió en el rostro de este movimiento, rebautizando su empresa e invirtiendo fuertemente en tecnología de realidad virtual.

Los investigadores de Citibank llegaron a predecir que el metaverso podría atraer a 5.000 millones de usuarios y convertirse en un mercado de 13 billones de dólares.

Investigación sobre el metaverso de Citibank

Estas audaces afirmaciones desencadenaron una fiebre del oro, con empresas y particulares apresurándose a reclamar su parte en esta frontera digital.

1. El rápido declive del metaverso

Hoy, la situación es muy distinta.

La ambiciosa división metaversa de Meta, RealityLabs, ha estado perdiendo dinero. Sólo en el último trimestre perdió 4.500 millones de dólares, con lo que las pérdidas totales desde su creación superan los 46.000 millones. Estas cifras distan mucho del futuro rentable que una vez se vislumbró.

Horizon Worlds, la plataforma metaverso insignia de Meta para adultos, ejemplifica este declive. A pesar de los considerables esfuerzos de marketing, la plataforma ha luchado por atraer a su público objetivo. Irónicamente, ha encontrado una inesperada popularidad entre los niños, aunque éste no era su propósito.

2. El colapso del metaverso criptográfico

El concepto de metaverso no se limita a las empresas tecnológicas tradicionales.

Surgió todo un ecosistema de mundos virtuales basados en criptomonedas, que prometían propiedad descentralizada y activos digitales únicos.

Estas plataformas basadas en blockchain se promocionaron hasta alcanzar valoraciones astronómicas, pero también han experimentado fuertes caídas.

Por ejemplo, The Sandbox, un mundo virtual valorado en más de 7.000 millones de dólares. Su volumen diario de transacciones se ha desplomado un 99,9%. En su mejor momento, registró transacciones por valor de 117 millones de dólares, pero ahora apenas alcanza los 8.000 dólares diarios.

No se trata de un caso aislado. Otra plataforma pionera del metaverso de criptomonedas, Decentraland, ha experimentado una caída similar del 99,9% en el volumen diario de operaciones, desde un máximo de 2,5 millones de dólares a menos de 5.000 dólares.

3. El declive de los activos digitales

Una de las características más promocionadas de estos mundos virtuales es la posibilidad de poseer e intercambiar activos digitales, a menudo en forma de fichas no fungibles (NFT). Estas fichas pueden representar cualquier cosa, desde bienes inmuebles virtuales hasta objetos del juego.

En el apogeo de la locura metaverso, los precios de estos activos eran asombrosos. Ahora, sus valores casi se han evaporado.

En The Sandbox, las ventas diarias de NFT llegaron a alcanzar los 10,2 millones de dólares, pero ahora luchan por superar los 10.000 dólares.

Este patrón se repite en otras plataformas. Axie Infinity, que en su día fue el ejemplo a seguir de «jugar para ganar», ha visto cómo su volumen de transacciones se desplomaba de casi 1.000 millones de dólares a menos de 2 millones.

El rendimiento de las criptomonedas asociadas a estos proyectos «metaverso» también ha sido pésimo. Tokens como MANA (Decentraland), SAND (The Sandbox) y AXS (Axie Infinity) han perdido más del 90% de su valor desde sus máximos en noviembre de 2021.

Metadivisas

Este declive no se debe sólo a unos pocos proyectos aislados; todo el sector metaverso de las criptomonedas se ha reducido drásticamente, y su valor total de mercado ha bajado de 50.000 millones de dólares a 16.000 millones.

4. ¿Qué causó este colapso?

Varios factores han contribuido a este rápido declive.

En primer lugar, la exageración inicial creó expectativas poco realistas. La tecnología necesaria para ofrecer experiencias virtuales realmente inmersivas y fluidas está aún en pañales. Muchos usuarios consideran que los productos actuales son toscos y decepcionantes en comparación con la visión prometida.

Además, el concepto en sí mismo puede ser demasiado abstracto para ser adoptado por la mayoría. Mientras que los entusiastas de la tecnología estaban entusiasmados, al usuario medio de Internet le costaba ver cómo el metaverso mejoraría significativamente su vida digital. Los elevados costes de entrada, tanto del hardware como de las curvas de aprendizaje, limitaron aún más la adopción.

La recesión económica general y el desplome del mercado de las criptomonedas también desempeñaron un papel importante. Al escasear el capital de inversión y disminuir el apetito por el riesgo, muchos proyectos metaversos tuvieron dificultades para mantener el desarrollo y el crecimiento de usuarios.

Conclusión

A pesar de estos contratiempos, es demasiado pronto para descartar por completo el concepto de metaverso.

Las tecnologías suelen pasar por ciclos de bombo y platillo, desilusión y eventual aplicación práctica. Algunos partidarios, como Mark Zuckerberg, siguen creyendo en el potencial a largo plazo del metaverso y continúan invirtiendo fuertemente en su desarrollo.

La historia demuestra que, incluso tras importantes correcciones del mercado, las ideas innovadoras pueden resurgir en formas más prácticas.

Al igual que empresas como Amazon y eBay resurgieron de las cenizas de la burbuja de las puntocom para convertirse en gigantes tecnológicos, algunos proyectos metaversos podrían encontrar su equilibrio y obtener valor de formas que aún no hemos imaginado.