A principios de septiembre, Chris Dixon, socio de a16z y figura destacada en el espacio cripto, abordó la pregunta: «¿Ha muerto la Web 3.0?» en un debate en vídeo. Dixon, que se unió a a16z en 2013 y más tarde lanzó a16z crypto en 2018, ha sido fundamental para dar forma a la estrategia de la firma hacia las tecnologías blockchain y Web3.
Dixon, que ahora gestiona un fondo de más de 7.000 millones de dólares, ha estado a la vanguardia del impulso de la próxima ola de innovación en Internet. Esta es su opinión sobre el estado actual de la Web 3.0 y los retos a los que se enfrenta el sector de las criptomonedas.
Retos de las criptomonedas
De hecho, el mundo de las criptomonedas se ha enfrentado a importantes obstáculos en los últimos años, en particular con acontecimientos como el colapso de FTX en Estados Unidos y el incidente de Terra Luna en Corea del Sur. Aunque estos acontecimientos han ensombrecido el sector, Dixon tiene claro que no significan la muerte de las criptomonedas.
«Toda tecnología emergente experimenta altibajos», explica Dixon. «Es erróneo juzgar toda la tecnología basándose en unos pocos casos de uso deficientes. La tecnología en sí es neutral: lo que importa es cómo la usamos».
Evolución de Internet: De la lectura a la lectura-escritura-propia
Dixon lleva más de 25 años participando en la revolución de Internet, empezando como ingeniero de software antes de convertirse en empresario y, más tarde, en inversor de capital riesgo. Fundó dos empresas: una de ciberseguridad, adquirida por McAfee, y otra de inteligencia artificial, vendida posteriormente a eBay. También ha invertido en startups emblemáticas como Pinterest, Stripe y Kickstarter.
Reflexionando sobre la evolución de la web, Dixon describe la transición de Internet de «sólo lectura» en la década de 1990, en la que los usuarios se limitaban a consumir contenidos, a «lectura-escritura» con la llegada de la Web 2.0 a principios de la década de 2000. La Web 2.0 permitió a los usuarios interactuar, crear contenidos y contribuir a plataformas como Facebook y Twitter, dando lugar a los medios sociales.
Sin embargo, el dominio de unas pocas grandes empresas tecnológicas -Google, Facebook, Amazon- sobre Internet supone una amenaza para sus orígenes descentralizados. «Internet se concibió para redistribuir el poder y la riqueza hacia los extremos, hacia sus usuarios, no para concentrarlo en manos de unas pocas corporaciones», afirma Dixon. Compara esta centralización con la concentración de poder en las industrias de la televisión y la radio estadounidenses.
La promesa de Blockchain
Para Dixon, la solución está en la tecnología blockchain, que describe como una nueva forma de Internet que devuelve la propiedad y el control a sus usuarios. A diferencia de los servicios centralizados, que actúan como guardianes, los servicios blockchain eliminan a los intermediarios y permiten la propiedad directa de los activos digitales.
Dixon destaca el revolucionario concepto de verdadera propiedad digital, introducido por Bitcoin. «Quien posee la clave privada de un Bitcoin es el verdadero propietario de ese Bitcoin. Este concepto de propiedad no existe en plataformas como Facebook o Twitter». Utiliza el ejemplo de Twitter: «Puedo tener miles de seguidores, pero si Twitter decide prohibir mi cuenta, lo pierdo todo, porque en realidad no soy dueño de mi perfil».
También señala cómo blockchain ha ampliado la propiedad a otras áreas, incluidas las NFT. Tanto si se trata de arte digital como de objetos de juego, ahora los usuarios pueden poseer sus activos de una forma que no está controlada por plataformas centralizadas. Este concepto es fundamental para la visión de la Web 3.0, una nueva Internet en la que los usuarios tienen el control de sus datos, contenidos y activos.
Las primeras etapas de las criptomonedas y el camino por recorrer
Aunque la Web 3.0 aún está en sus primeras fases, Dixon es optimista sobre su futuro. Reconoce que la infraestructura de blockchain aún necesita mejoras, y que las experiencias actuales aún no están a la altura de las de las aplicaciones tradicionales. «Necesitamos tiempo para abaratar costes y mejorar las experiencias de los usuarios, pero confío en que veremos grandes avances en los próximos años».
Dixon también habla de las dos culturas distintas dentro del espacio blockchain: la «cultura de casino», centrada en el comercio especulativo a corto plazo, y la «cultura informática», que busca construir la próxima generación de servicios de Internet. Mientras que el lado especulativo ha dominado los titulares, Dixon hace hincapié en el valor a largo plazo de esta última.
Retos normativos
Dixon expresa su preocupación por los marcos reguladores en Estados Unidos, que, en su opinión, han fomentado involuntariamente el comportamiento especulativo al tiempo que ahogan la innovación. Por ejemplo, la explosión de más de 500.000 meme tokens en apenas un mes refleja la «cultura de casino» que prospera en el entorno actual. Mientras tanto, las iniciativas productivas de blockchain -aquellas que podrían crear servicios de Internet duraderos- a menudo se ven obstaculizadas por normativas poco claras.
El patrón histórico del desarrollo tecnológico
Las criptomonedas, señala Dixon, no son la primera tecnología que atraviesa un periodo de altibajos. Establece paralelismos con la larga historia de la IA, que ha tenido sus propios ciclos de auge y caída desde su creación en la década de 1940. «La tecnología no es intrínsecamente buena ni mala, es neutral. La clave está en cómo orientamos su desarrollo y uso».
Lo mismo ocurre con blockchain. Sostiene que descartar blockchain debido a algunas aplicaciones negativas sería un error. «Un martillo puede utilizarse para construir o destruir. Lo mismo ocurre con la tecnología. El reto es establecer las reglas adecuadas que guíen la tecnología hacia resultados positivos.»
El futuro de la Web 3.0: Propiedad y poder creativo
Dixon cree que la cadena de bloques puede transformar Internet eliminando a los guardianes y permitiendo a los usuarios poseer realmente sus identidades y activos digitales. Concibe un futuro en el que los usuarios puedan mover sus datos, seguidores y contenidos entre plataformas libremente, sin estar atados a un proveedor de servicios.
Este futuro incluye servicios basados en IA que respetan los derechos de propiedad de los usuarios. Dixon prevé que blockchain permita nuevos ecosistemas creativos en los que los artistas y creadores puedan conservar la propiedad de su trabajo, de forma similar a como Substack ha permitido a los escritores ser propietarios de sus listas de suscriptores.
En su próximo libro Read Write Own, Dixon explica cómo el blockchain puede remodelar Internet permitiendo a los usuarios no solo leer y escribir, sino también ser propietarios de los contenidos y activos que crean. Este nuevo modelo puede acabar con el actual sistema centralizado dominado por unas pocas grandes empresas tecnológicas y devolver el control a los usuarios.
Conclusión
Aunque las criptomonedas se han enfrentado a importantes retos, Dixon cree firmemente que aún estamos en las primeras fases de su desarrollo. Al igual que en los inicios de Internet o la IA, las tecnologías de cadena de bloques y criptomonedas experimentarán sus propios altibajos.
Pero con la orientación adecuada, blockchain puede permitir una nueva era de propiedad de Internet, libre del control de las corporaciones centralizadas. Para Dixon, el futuro de la Web 3.0 dista mucho de estar muerto: solo está empezando a desplegarse.