Enclavado junto al lago Carnegie, en el centro de Nueva Jersey, el sereno entorno de la Universidad de Princeton fue una vez el telón de fondo de las mañanas de Nader Al-Naji como remero de primer año. En 2011, entrenó junto a compañeros de equipo que alcanzarían grandes éxitos en diversos campos, como los Juegos Olímpicos y grandes empresas como JPMorgan y Tesla.
Al-Naji, un genio autoproclamado, se hizo rápidamente un nombre entre las élites de Silicon Valley, presentando ideas visionarias que atrajeron importantes inversiones de empresas como Sequoia Capital, Google y Bain Capital. Sin embargo, sus ambiciosos sueños a menudo descansaban sobre cimientos poco sólidos.
Su primera startup pretendía crear una criptomoneda asombrosa, pero al final fracasó, lo que Al-Naji enmarcó como una experiencia de aprendizaje. Pronto resurgió con un plan más audaz: lanzar una red social llamada «Diamondhands», que comercializaría perfiles de redes sociales sin consentimiento. Esta empresa también fracasó.
A pesar de estos contratiempos, muchos de los partidarios de Al-Naji permanecieron fieles. Sin embargo, en julio de este año, su suerte cambió cuando fue detenido por el Departamento de Justicia (DOJ) y acusado de malversar fondos de inversores para financiar un lujoso estilo de vida en Beverly Hills. Al-Naji desestimó estas acusaciones calificándolas de «errores» gubernamentales.
Esta saga es otra historia de una figura de la criptomoneda que engaña a sus partidarios, pero plantea preguntas más profundas sobre cómo Diamondhands logró engañar a los inversores «más inteligentes» de Silicon Valley, en particular la renombrada firma de capital riesgo Andreessen Horowitz (a16z), ahora en el doble papel de víctima y testigo del fraude.
Días de Princeton
Nick Bax, director ejecutivo de una empresa de análisis forense de criptomonedas y antiguo testigo ante los tribunales, recuerda el intenso entrenamiento en Princeton, donde Al-Naji destacaba por su velocidad y su carácter ambicioso. «Todo el mundo conocía a Al-Naji», comenta Bax, haciendo hincapié en su empuje.
Durante su estancia en Princeton, Al-Naji empezó a interesarse por las criptomonedas y, según los informes, minó unos 23 bitcoins mientras se graduaba un año antes en Informática. Siguió un camino típico de la Ivy League, trabajando en empresas notables como DE Shaw y Google antes de lanzar su propia startup, Basis, a mediados de 2017.
Basis pretendía crear un nuevo tipo de cryptocurrency que mantendría su valor a través de un algoritmo innovador en lugar de los activos de reserva tradicionales. Sin embargo, los escépticos la compararon con un esquema Ponzi. A pesar de ello, Al-Naji consiguió recaudar 133 millones de dólares de inversores acaudalados, entre ellos a16z y Google Ventures.
Tras el éxito inicial, Basis se tambaleó y acabó abandonándose por problemas normativos. Al-Naji anunció que devolvería los fondos restantes a los inversores, pero algunos de ellos dudaron de la justificación del cierre del proyecto.
El auge de los Diamondhands
En 2021, con el auge de las criptomonedas, Al-Naji resurgió con Diamondhands, una identidad anónima detrás de una red social descentralizada. Su objetivo era perturbar grandes plataformas como Facebook y Twitter operando únicamente con «código y tokens».
Para poner en marcha BitClout, empleó tácticas de growth hacking, raspando los perfiles de Twitter de 15.000 usuarios para poblar la nueva plataforma. Sin embargo, muchos criticaron este enfoque por considerarlo una violación de los derechos de propiedad intelectual.
A pesar de sus fracasos anteriores, Al-Naji atrajo importantes inversiones, incluido un acuerdo de preventa con a16z y Coinbase Ventures. Los inversores iniciales obtuvieron importantes beneficios al dispararse el precio del token, pero el éxito duró poco; Al-Naji pronto declaró BitClout una «prueba beta» y se centró en un nuevo proyecto, dejando a los primeros usuarios sin poder canjear sus tokens.
Posteriormente, la SEC acusó a Al-Naji de recaudar 257 millones de dólares mediante ventas engañosas de tokens de BitClout, al tiempo que se apropiaba indebidamente de los fondos para gastos personales, incluidos regalos de lujo a familiares.
Participación de a16z
a16z, una potencia en el mundo del capital riesgo, se encuentra ahora etiquetada como víctima de fraude en el caso de Al-Naji. A pesar de su modesta inversión de 3 millones de dólares, este incidente contrasta fuertemente con su enfoque habitual, ya que los fondos suelen soportar las pérdidas en silencio.
Los expertos sugieren que la participación de a16z como testigo puede deberse a la estrategia del Departamento de Justicia para reforzar su caso presentando un relato de víctima. Sin embargo, a pesar de los problemas legales, a16z no parece tener mala voluntad hacia Al-Naji y parece apoyar sus proyectos en curso.
Mientras Al-Naji se enfrenta a graves cargos que podrían acarrearle penas de prisión, permanece activo en Internet, asegurando a sus seguidores que la situación se resolverá pronto. A pesar de sus problemas legales, sugiere que los acontecimientos podrían incluso servirle de ayuda para sus futuras empresas.
La historia de Al-Naji sirve de advertencia sobre el panorama de las criptomonedas, ya que pone de relieve la difusa línea que separa la innovación del engaño y la complejidad de la confianza en un entorno no regulado.