El reto de comercializar cualquier cosa en el espacio de las criptomonedas no se limita a la jerga técnica o a los titulares ocasionales sobre hackeos y estafas. Es más profundo que eso. Si no estás promocionando NFTs, meme coins, o el último proyecto hype, llamar la atención parece una batalla cuesta arriba. En cuanto a la adopción generalizada -que, en mi opinión, debería ser el objetivo final-, casi podemos olvidarnos de ella por ahora.
Comercializar criptomonedas hoy en día es como explicar Internet en 1995. Todo el mundo cree que va a cambiar el mundo, pero nadie sabe exactamente cómo ni cuándo. Gran parte del problema es que el cripto significa cosas diferentes para personas diferentes, lo que hace que parezca un buffet caótico de productos e ideas. ¿Por dónde empezar?
El pasado: Símbolo de un nuevo comienzo
No hace mucho, parecía que todo el mundo se sumergía en las criptomonedas con curiosidad y entusiasmo. Los primeros en adoptarlas no eran solo entusiastas de la tecnología; eran personas hartas de los sistemas tradicionales, cansadas de jugar con reglas financieras obsoletas.
Las criptomonedas simbolizaban un nuevo comienzo, una forma de tomar las riendas del propio futuro financiero sin depender de los grandes bancos ni de las instituciones tradicionales. También era una forma de expresar la vena rebelde que muchos de nosotros llevamos dentro. El momento oportuno también influyó.
Con tipos de interés bajos y algo de dinero extra procedente de los paquetes de estímulo, la gente tuvo espacio para experimentar con este nuevo mundo descentralizado.
El presente: El declive del entusiasmo
Si avanzamos hasta hoy, las cosas parecen muy diferentes. Las caídas del mercado, los fracasos de los proyectos y los titulares negativos han dejado a muchos comprensiblemente desilusionados, mientras que el público sigue siendo, en el mejor de los casos, escéptico. El entusiasmo inicial se ha desvanecido.
Ahora, cuando intentas lanzar algo en este espacio, te encuentras con un público más cínico y fragmentado. Las motivaciones que una vez impulsaron a la gente a unirse -libertad financiera, descentralización e incluso la promesa de riqueza generacional- son ahora mucho más difíciles de capitalizar.
Entonces, ¿cómo captar la atención de un público decepcionado o, peor aún, indiferente? Este es el primer reto.
Hace tiempo, plataformas como Telegram, Discord y Twitter eran el alma del cripto marketing. Las comunidades se reunían allí, los proyectos hacían grandes anuncios y parecía que todo el mundo formaba parte de la conversación.
¿Pero ahora? El panorama de las redes sociales se ha fracturado. Twitter (ahora llamado incómodamente X) ya no es la potencia que era. Al igual que otras plataformas, se ha silenciado debido a la fatiga de los canales y a la sobrecarga de información.
La crisis de identidad de Crypto
Ahora ya no se dirige a una gran multitud. Se trata de varios grupos fragmentados, cada uno con sus propios métodos y plataformas de comunicación preferidos. Es como intentar dar una fiesta en la que la mitad de los invitados están en Zoom, algunos envían mensajes de texto y otros sólo responden a notas de voz. Buena suerte para conseguir que todos se unan a la conversación.
Reconozcámoslo: la criptografía está atravesando una crisis de identidad. Al principio, todo giraba en torno a la descentralización, una rebelión contra las finanzas tradicionales. Luego vinieron las DeFi, las NFT y las meme coins, cada una con sus propios seguidores. ¿Y ahora? El cripto es todo y nada al mismo tiempo.
Es DeFi. Es Web3. Son contratos inteligentes. Es coleccionables digitales. Es DAOs. Y mucho más. Esta abrumadora variedad de aplicaciones ha dado lugar a demasiadas narrativas y prioridades que compiten entre sí. Un grupo quiere centrarse en las finanzas descentralizadas, otro en las aplicaciones de consumo, y otro quiere crear el próximo gran mercado NFT.
Entonces, ¿qué historia cuentas cuando intentas comercializar en este espacio? ¿Qué destacar? La verdad es que no existe un relato único que se adapte a todo el sector. No se puede decir simplemente: «Las criptomonedas son el futuro» y esperar que la gente entienda cómo es ese futuro. Es confuso, y el público confundido rara vez se convierte en cliente o usuario.
Las criptomonedas carecen de una visión unificada
A lo largo de los años, una cosa ha perjudicado al cripto marketing: un énfasis excesivo en la propia tecnología. No me malinterpreten: la tecnología es impresionante. Los contratos inteligentes, la gobernanza descentralizada, las soluciones de escalado de capa 2, los ZK-rollups… todo eso es genial.
¿Pero al ciudadano medio? Les da igual. No quieren saber cómo se hace la salchicha; sólo quieren saber por qué es mejor que a lo que están acostumbrados.
Ahí es donde reside el verdadero reto del marketing. No hay que vender la tecnología, sino la visión. ¿Qué puede hacer realmente la criptomoneda por la gente? ¿Puede liberarles de los sistemas bancarios tradicionales? ¿Provocará una nueva ola de propiedad digital? ¿Proporcionará un futuro verdaderamente descentralizado en el que las personas tengan más control sobre sus datos y activos?
Los proyectos que triunfan en marketing no son los que lanzan las últimas palabras de moda y acrónimos. Son los que presentan una visión convincente. Pero aquí está la parte difícil: incluso la visión se ha fragmentado. ¿Estamos construyendo un sistema financiero descentralizado o la próxima iteración de Internet? ¿Ambos? ¿Ninguna de las dos? La falta de una visión unificada dificulta aún más el marketing.
Las criptomonedas necesitan confianza y el apoyo de la comunidad
Ahora llegamos a la cuestión de la confianza. Nos guste o no, las criptomonedas tienen un problema de reputación. Las estafas, el fraude y las medidas reguladoras han pasado factura. Incluso si un proyecto es legítimo, es difícil convencer al público de que no se trata de otra operación relámpago. Comercializar algo con este estigma siempre es difícil.
¿Cómo generar confianza en un sector conocido por su volatilidad y riesgo? Esa es otra pesadilla del marketing. No basta con poner la palabra «descentralizado» en algo y esperar que la gente confíe en ello. Se necesita una reputación sólida, el respaldo de la comunidad y casos de uso en el mundo real.
Al principio, el marketing de las criptomonedas se basaba en el bombo publicitario. Las ICO prometían cambiar el mundo y todo el mundo se iba a hacer millonario. Pero la burbuja estalló y ahora la gente desconfía de todo lo que suena demasiado bueno para ser verdad. La autenticidad es clave. La gente quiere saber lo que su proyecto puede ofrecer realmente, no sólo lo que aspira a ser.
El reto es encontrar un equilibrio. Demasiado bombo y platillo, y te consideran una estafa. Demasiada cautela, y te ignoran. Comercializar en este espacio significa encontrar el equilibrio entre emoción y credibilidad.
Volver al nombre: «Crypto»
Hablemos ahora del nombre: «cripto». Para un segmento crucial del público (no para mí, ni para nadie que esté leyendo esto), suena oscuro, misterioso y puede que incluso un poco peligroso. La palabra conlleva un bagaje. Es difícil comercializar algo que el público sigue percibiendo como nicho y algo sospechoso.
Claro que a los incondicionales les encanta el nombre, pero si el objetivo es la adopción masiva, tenemos un problema de marca. Personalmente, utilizo «blockchain» en lugar de «crypto» siempre que puedo.
¿Por qué es tan difícil comercializar criptomonedas? No hay una única razón. Se trata de un público dividido, una tecnología difícil de explicar, visiones contrapuestas y una reputación difícil de cambiar.
En un espacio tan complejo, el camino a seguir para los profesionales del marketing no es fácil, pero centrarse en mensajes auténticos y orientados a la visión es el primer paso para superar estos obstáculos.